Si hay una ciudad que representa lo que ha supuesto el diseño y la comunicación visual para la cultura del siglo XX, es Nueva York.
Y si hay una figura que ha encarnado esta relación, entre una ciudad y la profesión de diseñador, ha sido sin duda, Milton Glaser.
Su logo “I love New York” se ha convertido en la mejor marca de promoción de una ciudad y probablemente, en el logo más copiado de la historia.
Milton falleció el pasado viernes en su casa de Manhattan a causa de un fallo renal, como explicó Shirley, su mujer, con la que estuvo casado 64 años.
Para facilitar las fechas a sus biógrafos, falleció el mismo día de su cumpleaños, había nacido exactamente 91 años antes, en el barrio neoyorquino del Bronx y en el seno de una familia judía de inmigrantes húngaros.
Milton amaba Nueva York, lo que le llevó a regalar a la ciudad el logo y sus derechos, que aportan al estado neoyorquino más de 30 millones de dólares al año.
Es comprensible que el gobernador del estado, Andreu Cuomo, declarase, al día siguiente de su muerte, que había fallecido un gran neoyorquino.
Milton Glaser estudió arte en la Cooper Union de NY. Al terminar sus estudios, una beca Fullbrigth le permitió ir a estudiar a la ciudad italiana de Bolonia, donde completó su formación como un espléndido ilustrador y como un diseñador gráfico con una sólida base de dibujo clásico.
En 1954, Milton Glaser fundó, junto a Seymour Chwast, Push Pin Studios. Una referencia en el mundo del diseño y la ilustración que Milton encabezó durante 20 años y cuya producción, llena de inspiración, color y propuestas brillantes, llevó a Steven Heller, escritor y crítico de diseño del New York Times, a definirlos como “ Los Beatles de la gráfica .“
Por la significación cultural y la trascendencia social de muchos de sus proyectos, siempre con una alta cualidad artística, el trabajo de Glaser representa a la perfección lo que el semiólogo Gillo Dorfles define como “ El arte de la sociedad industrial “ cuando se refiere al diseño.
Pero Milton no amaba solo a su ciudad. Mantuvo siempre el compromiso y la pasión por lo que hacía, que suele acompañar siempre a muchas de las actividades profesionales que mejor alumbran nuestro mundo.
Durante estos últimos años, con una salud algo más delicada, si le preguntabas por que seguía acudiendo cada mañana a su estudio, te contestaba que “ crear algo que no existe es la mayor fuente de placer posible en la vida .“
Te seguiremos viendo siempre, Milton, con tu sonrisa más inteligente del diseño, detrás del corazón rojo de la ciudad de Nueva York:
I Love, Milton.